Al momento de intervenir, como profesionales del trabajo social, debemos conocer las realidades sociales que enfrenta la población con la que trabajamos. En los pasados años las familias puertorriqueñas han experimentado diversas transformaciones. Las personas mayores de 60 años, en la actualidad, representan una característica particular para entender las dinámicas familiares. Durante el proceso de intervención podemos encontrar: familias compuestas por tres generaciones, abuelas/os criando nietas/os y personas viejas haciéndose cargo de la economía de la vivienda.
“… las transformaciones en las dos últimas décadas han determinado que los hijos(as) busquen el apoyo de los viejos y viejas (familia extensa) en los momentos de ruptura conyugal y mientras establecen otras uniones, con lo cual el abuelo y abuela cumplen de nuevo el papel de cuidador de los nietos (as) y de la vivienda de los hijos separados(as), viudos(as), divorciados(as).
En primer lugar, describamos el contexto socioeconómico de la población, la vejez representa un 26% de la población puertorriqueña, es decir, 911,000 personas. Con relación a la salud física y emocional de la población de 65 años o más, el 69.4% de la población presenta algún impedimento y el 35.4% alguna dificultad para cuidarse y vivir solos (Junta de Planificación de Puerto Rico, 2019 y Oficina del Procurador de las Personas de Edad Avanzada, 2017).
Otro dato importante es que según la Encuesta de la Comunidad del Censo, Año 2020 (Estimados a cinco (5) años), el 5.3 por ciento de los abuelos de 60 años o más viven con nietos menores de 18 años y el 1.6 por ciento son las personas responsables por esos menores.
Como podemos observar nuestra gente vieja no solo se puede pensar en la intervención social como dependiente o necesitada, en muchos componentes familiares son un actor fundamental en el tema del cuidado, económico y de vivienda.
Es evidente la diversidad de la población mayor de 60 años en Puerto Rico y será la realidad que identificará al momento de intervenir. Lo pertinente es identificar patrones de explotación financiera o maltrato que se pueden estar desarrollando en el núcleo familiar o integrar a la persona en la intervención social del núcleo familiar cuando se trabaja casos de menores.
Nuestra gente vieja es esencial en el desarrollo social y económico de nuestro país, pero es más pertinente reconocer y validar el rol que juegan en nuestras familias. Debemos, como profesionales del trabajo social, ponerlo en práctica en cada intervención social.
Por:
Amada Z. García Gutiérrez, MTS
Referencias:
- Procuraduría de las Personas de Edad Avanzada. (2021). Perfil Demográfico de la población de Edad Avanzada: El mundo y Puerto Rico. Gobierno de Puerto Rico. Recuperado: https://estadisticas.pr/files/Inventario/publicaciones/Perfil%20PR%20y%20El%20Mundo%202021.pdf
- Quintero Velásquez M. (2002). Familia y Vejez. Recuperado: https://journals.upr.edu/index.php/analisis/article/view/13371/11035
- Junta de Planificación de Puerto Rico . (2019). Resumen económico de Puerto Rico. Economía de Puerto Rico Crecimiento Poblacional de Adultos Mayores en Puerto Rico. Recuperado: https://estadisticas.pr/files/Inventario/publicaciones/Resumen%20Econ%C3%B3mico%20-%20Junio%202019.pdf
Nuestra gente vieja es esencial en el desarrollo social y económico de nuestro país, pero es más pertinente reconocer y validar el rol que juegan en nuestras familias. Debemos, como profesionales del trabajo social, ponerlo en práctica en cada intervención social.