La profesión del trabajo social en un proceso de intervención debe discernir y evaluar todos los aspectos sociales que enfrenta la familia. El proceso de avalúo, que es el primer paso dentro de la intervención generalista, establece que debemos explorar la situación que enfrenta la familia, sus limitaciones, fortalezas, redes de apoyo, entre otros factores. Aunque la intervención de protección social es una investigación corta y profunda que busca determinar si existe o no indicadores de peligro que pongan en riesgo la seguridad del menor, no debemos dejar de un lado el modelo generalista de intervención. Al ser una intervención distinta a la que nos enseñan en nuestra vida académica y se enfoca en identificar factores de riesgo, podríamos caer en una línea peligrosa entre pobreza o maltrato.
En primer lugar, determinemos lo que establece el modelo de seguridad. Existen diversos niveles de
peligro durante el proceso de intervención que aumentan o disminuyen según: edad, capacidades
protectoras y tipología de maltrato (emocional, físico y negligencias). La evaluación social se realizará
según la tipología de maltrato que se identifica en el referido. En forma general, el maltrato emocional se
define como aquella acción que pone en riesgo o atenta con la estabilidad emocional del menor, se
puede manifestar por medio de insultos, gritos, discusiones entre parejas, entre otros. Por otra parte, el
maltrato físico es aquel que se lleva a cabo por medio de golpes. Por último, la negligencia es aquella
acción en donde se pone en riesgo el bienestar del menor, por ejemplo: falta de alimentación, ausencia
escolar, poca higiene, espacio de vivienda inseguro, poco seguimiento médico, entre otros. La
responsabilidad del profesional del trabajo social es evaluar riesgo (según la situación y la capacidad del
menor), daño y capacidades de protección de la persona responsable.
Cuando reflexionamos sobre pobreza, regularmente entra dentro de la tipología de negligencia. De ahí
puede surgir la confusión entre pobreza o maltrato, al momento de evaluar higiene, recursos y accesos.
Recordemos que siempre vamos a evaluar capacidades y riesgo en el que se encuentra el menor.
¿Qué entendemos por pobreza?
Es la falta o carencia de capacidad económica que le permita a la persona los recursos para satisfacer sus
necesidades básicas. Entiéndase, accesibilidad a servicios educativos, salud, alimentos, vivienda, etc. Sin
embargo, con los recursos que cuenta establece un espacio seguro para su familia y el/la/los/las menores.
Como profesionales del trabajo social debemos informarnos constantemente sobre la realidad socioeconómica de nuestro país. Por tanto, es pertinente presentar algunas estadísticas que permiten
visibilizar la realidad de las familias en Puerto Rico, según la data del CENSO 2020:
- Se identifican que 810,494 familias viven en pobreza
- Estas familias representan el 39.8% de la población puertorriqueña
- El ingreso medio de las familias hispanas en EE.UU. y P.R. del 2019 al 2020 disminuyó un 2.6%
- En Puerto Rico se vive una crisis de vivienda accesible con una disminución de 2.4% para el CENSO
- 2020.
Tener una mirada demográfica y social desde lo macro sobre la realidad que viven miles de familias en
Puerto Rico permiten un acercamiento más sensible en lo micro. Considerando que la base del trabajo
social parte de entender cómo los sistemas interaccionan y se relacionan: «Possibly the most powerful
systems theory idea for social workers is that change in one part of the system will affect all other parts of
the system. Social workers, therefore, seek to learn about every aspect of a client’s environment…»
(Birkenmaier et. al., 2017, p. 309).
¿Cuáles son las implicaciones al momento de intervenir?
La pobreza se ve reflejada en la isla por la falta de ingresos y de recursos en las familias. Como
consecuencia, las familias se ven afectadas en lo que pueden brindarles a sus hijos algunos materiales
escolares, ropa, alimentos entre otros. Muchas familias se mueven a buscar estas necesidades o servicios
solicitando asistencias de las escuela, PAN, Vivienda Pública entre otros, por lo cual es al momento de la
investigación y el tipo de preguntas que generemos nos llevaran a que podremos evaluar si tenemos una
situación de pobreza o maltrato. Como también pudiéramos tener una combinación de ambas.
El que la familia esté bajo los niveles de pobreza no es sinónimo de maltrato, esto debido a que el no
tener un televisor o no tener una computadora significa que los menores sean maltratados.

¿Cómo podemos garantizar una intervención lejos de la discriminación por pobreza?
El trabajo de protección social en la niñez es uno que busca garantizar espacios seguros. Cumplir con lo
que establecen los manuales y reglamento es el primer paso para prevenir una intervención que penalice
la pobreza. En segundo lugar, conocer los valores éticos de la profesión sobre cómo debemos practicar la
profesión. Por último, entender los aspectos fundamentales y teóricos del trabajo social.
Por:
Amada Z. García Gutiérrez, MTS
Mariangely Lebrón Nuñez, MT